Capítulo 9: "No será nada serio, de veras"
Entregué el último trabajo del curso. Después de
aquél lunes soleado, vendrían dos días para acabar de pulir algunas cosas
finales, y sería libre para hacer lo que quisiera hasta septiembre. La lista de
actividades que quería hacer aquél verano estaba encabezada por irme a Ibiza.
Eso lo podría hacer, siempre y cuando mi madre decidiera que Axel era una
buena compañía para salir del país.
A la hora de la comida, convoqué por SMS una
mini-reunión de emergencia en el comedor de la universidad. Primero vinieron
Axel y Flynn, que se me sentaron uno a cada lado.
– ¿Y bien, preciosa? – me pregunta Axel dándome un
beso en el pelo.
–Bien, bien…– le respondo rápido, mientras veo a
Tommy y a Shirley que se acercan cogidos de la mano. – Oye, después tengo que
hablar contigo un momentito.
–Me estás asustando. – me dice Axel medio en broma.
–Hola chicos. – dice Shirley mientras se sienta
delante de mí.
–Hola. – dice Tommy con una sonrisa.
Hace un montón que conozco a Shirley. Es pelirroja,
más alta que yo y muy… activa. Hace más o menos un año que sale con Tommy, que
es un curso mayor que nosotras. Él tiene el pelo azabache y la piel muy blanca.
Todo lo que tiene ella de espíritu libre, lo tiene él de tranquilo, apacible y
sensible.
– ¿A qué viene toda esta urgencia en vernos? – Me
pregunta Shirley.
Veo que Tommy le coge un rizo pelirrojo a Shirley
sin que ella se dé cuenta, y empieza a acariciarlo con las yemas de los dedos.
Entonces llega Chris. Con una camiseta a rayas
blancas y azules, una americana negra y unos vaqueros rotos en las rodillas,
entra en el comedor como una estrella de cine. Pega los repasos más descarados
que he visto nunca.
– ¡Hola, hola!– Dice, sonriendo y pone una mano en
el hombro de Shirley. Posa la vista en mí, luego en Tommy, luego en Axel, y
finalmente en Flynn.
Los dos se aguantan la mirada unos instantes.
– ¿Y Louis?– pregunté a Chris, mientras se sentaba
en la mesa delante de Flynn, al cual seguía pegándole un repaso de aúpa.
– Él acaba de cumplir los dieciocho. Esta semana
acaba el último año de instituto. – dice mientras me mira, sonriente.
– Vale. – respondo. – ¿Qué teníais planeado hacer
la semana que viene?
Todos se miran extrañados, pero Axel sonríe al
saber de qué va el asunto.
– Lou y yo nos íbamos a ir de camping el fin de
semana – empieza Chris.–, pero si te soy sincero, odio el camping, las tiendas
de campaña, los bichos, las arañas, los ruidos por la noche y los lavabos
comunitarios de dónde íbamos a acampar.
–Bien. – dice Axel, frotándose las manos. – ¿Tenéis
ahorros?
Chris, Flynn, Shirley y Tommy asienten.
– ¿Os hace ir a Ibiza una semana?
Shirley abre mucho los ojos.
– ¿Estás de broma? Yo no tengo ni para pagarme un
vestido que vi hace poco, pero para ir a Ibiza podría convencer a mi madre para
que me pagara el viaje. Seguro que estará dispuesta a echarme una mano con tal
de que me vaya de casa una semana.
La madre de Shirley está separada, así que… digamos
que no tiene ni ataduras ni miramientos cuando se trata de hombres.
– ¿Tú qué dices, Tommy? – pregunta Shirley.
– Yo creo que podré, mi padre siempre me está
empujando a ver mundo, pero a mí me incomoda un poco salir de Londres…– nos
comenta, con una sonrisa tímida. Coge la mano de Shirley y le da un beso en los
nudillos. – Pero por ti iría al fin del mundo. – entonces, se gira hacia Axel. –
¿Cuándo dices que iríamos?
Axel se frotó las manos.
–Iríamos el jueves que viene. Una semana, y nos lo
pasaríamos genial.
La comida nos la pasamos bastante tranquilos, y
luego ya seguimos cada uno por nuestro camino, menos Axel y yo, que nos
quedamos en el comedor un rato más, mientras me daba mimitos.
– ¿Axel? – tengo la cabeza apoyada contra su pecho
cuando me decido a soltar la bomba.
– Dime, preciosa.
– Mi madre quiere que vengas a cenar para conocerte
antes de ir a Ibiza.
Siento como se le tensan los músculos por debajo de
la camiseta.
– Esto… Digamos que nunca les caigo bien a las
madres.
–No será nada serio, de veras. No te acosará a
preguntas de madre, te lo juro. Alquilaremos una peli y la veremos con mi
hermana en el salón, mientras cenamos pizza directamente de la caja. En serio.
Suspira.
– Bueno, vale…– se me está ensanchando la sonrisa,
pero justo en ese momento, levanta un dedo. –… Siempre y cuando pueda venir
Flynn.
Oh Dios. Mi madre era la típica persona que daba
caza a las personas cómo Flynn, y, si por ella fuera, serían desterradas del
país.
– No creo que sea buena idea, Axel…
– Si no es nada serio, ¿qué más da que venga un
amigo? – dice, y enarca una ceja. Sabe que me ha pillado.
Suelto un improperio, y le abrazo. Noto como su
olor embriagador me llena, y le abrazo un poco más fuerte. Realmente, le
necesito mucho.
– Menudo cabronazo…– digo, enterrando la cara en su
camiseta.
Me levanta la barbilla con el índice y me besa.
Noto como sonríe encima de mis labios, pero a mí no me vale con que me esboce
una sonrisita de superior a dos milímetros. Le necesito en contacto conmigo.
Ya.
Le paso los dedos por el pelo y le atraigo hacia
mí, sellando el espacio mínimo que quedaba entre los dos.
Y, entonces, el tiempo se para.